[FF] [Oneshot] Gz.FM (AoixUruha)

Entramos a aquella pequeña sala. Dos micrófonos nos estaban esperando. Las personas allí nos saludaron agradablemente, yo como siempre, me incliné al saludar a cada uno de los presentes. Nos acercamos a las sillas, cada uno a su respectiva silla, lo cual sería al azar, porque nadie nos había indicado nada. Ya sentados hablamos unas palabras con el presentador de la radio, aquel que nos haría una entrevista para el día de la fecha.

La persona a mi lado se veía entusiasmada, su sonrisa se presentaba ante mis ojos a cada rato y no dejaba de hablar animadamente con el presentador, a la vez que yo lo observaba y metía algún que otro bocadillo a la conversación.

Es así como comenzó el programa. ‘Ya estamos al aire’. Aquella persona sentada a mi costado me miró con algo de nerviosismo, pero con notable entusiasmo.

- Lo haremos bien, Aoi. – me susurró para no ser captado por el aparato que tenía delante.

El entrevistador nos observó y nos indicó que nos presentáramos. Mi compañero me miró, pero yo le devolví la mirada con un gesto hecho por mi mano indicando que el fuera el primero. Me sonrió y se presentó. Luego dije mi nombre.

El pelinegro frente a nosotros comenzó a preguntarnos sobre el nuevo álbum, era el gran tema aquellos días. Realmente era muy emocionante para todos el hecho de que fuéramos a sacar este álbum. Aquel castaño ubicado a mi lado contestó por la banda. Las emociones y sentimientos que expresaba con palabras, los demostraba con sus movimientos, sus gestos y su voz. Iba nombrando de a una todas las cosas en las que nos habíamos basado para realizar este trabajo, que aunque nos había costado meses y meses, lo habíamos finalizado y era un orgullo para nosotros.

Aquel hombre de pelo atado dirigió la conversación a un punto más específico, y mi emocionado compañero, volvió a contestar. Yo simplemente escuchaba su voz, observaba aquellos labios moverse, tan sensualmente como solo él podía. Aquellos de forma especial, únicos; únicos e inigualables como él mismo lo era. Dejé de prestar atención al significado de sus palabras, simplemente me dejaba llevar por ese movimiento que tanto me atraía, que me hacía realizar viajes largos e interminables en mi imaginación, que me enloquecían.

Nuevamente el entrevistador volvió a hablar dirigiéndose esta vez a mí para preguntarme por unas canciones en particular. Contesté los más cuerdo y concentrado posible. Estaba algo serio y tenso, solo así podría controlarme y dar respuestas coherentes. Pero mi amigo lo notó, notó la rigidez de los tendones en mis brazos y mis puños cerrándose sobre la mesa. Así que apoyó una de sus manos en mi muslo más cercano a él, y me dio un par de palmaditas indicando que me calmara. Lo hice, lo hice por él. Continué con mi explicación ahora sobre otras canciones del álbum y la relación de estas con el álbum en sí, en su generalidad. Mi concentración no era de las mejores, no luego de que mi compañero de radio dejara apoyada una de sus manos sobre mí, sintiendo que aquel calor que me proporcionaba me recorría todo el cuerpo. Por lo que comencé a usar lo que muchos llaman ‘conectores’, simplemente me salía un simple ‘mmm…’ luego de cada frase. No se si era molesto, no se si era gracioso o si quedaba como un estúpido. Pero al parecer al castaño lo divertía, por lo que sonreía o hasta a veces reía suavemente luego de cada uno de aquellos sonidos saliendo de mis labios.

Al terminar mi explicación, el hombre delante de nosotros siguió contando a la radio cuando saldría el álbum y alguna que otra promoción o sorteo que aquel programa se arreglaba para organizar. Ese tiempo lo usé para tomar aire, para seguir afrontando aquella situación que tanto me tensaba. No duró mucho, pero por suerte, al dirigirse nuevamente a nosotros pronunció:

- Bien, ahora presenten la canción, por favor.

Uruha lo hizo por mí y se escuchó un ‘Estamos fuera del aire’.

Bien, ese pequeño tiempo lo usaría para tomar un respiro. Pero inmediatamente después de dicha esta frase, mi compañero dirigió su mirada a mi.

- Te encuentras muy nervioso… Tranquilízate, ¿está bien? – luego, me regalo una de sus sonrisas, esas que lograban hacerme sonrojar por dentro.

- Claro… - dije con la poca voz que me salió en ese instante.

Había estado pensando mucho últimamente en lo que sentía por aquel guitarrista. Era alguien asombroso, una persona encantadora, al que admiré desde la primera vez que lo escuché ejecutar su instrumento. Un amigo de los mejores, fiel en todo momento, compañero como pocos, de aquellos que están contigo aún en los peores momentos. Alguien a quién cualquiera podía acudir por ayuda, él te daría una mano y haría lo que esté a su alcance para verte nuevamente sonreír. Pero ya hacía un tiempo en el que no lo sentía como sentía a los demás del grupo, tampoco significaba para mí solo aquel gran amigo que era. Algo más me ocurría dentro cada vez que lo veía sonreír, algo más sentía cada vez que se me acercaba para hablar de algún arreglo para alguna canción o para algún ensayo. Ya no podía negarlo, no, no podía seguir negándome interiormente lo que producía en mí mi compañero de guitarra. Había decidido la noche anterior hacer algo al respecto, no dejarlo así al azar, tirado al aire esperando que captara algo, había decidido tomar el tema por las riendas y encararlo directo.

Desperté de mi ensueño al notar que posicionaban mejor el micrófono frente a mí. Y luego de no mucho tiempo más, se escuchó un nuevo ‘Al aire’, y el entrevistador comenzó a hablar. El primero en guitarra se acomodó bien en su asiento ubicando sus brazos cruzados sobre la mesa y apoyando su torso sobre estos. Lo miré algo extasiado y me decidí a comenzar lo que había planeado allí mismo, en el mismísimo programa de radio, y sí, también estando al aire. Ya nada me importaba más que él, algo debía hacer con lo que sentía y debía hacerlo ya.

Nuevamente mi compañero comenzó a hablar, pero volví a perderme en su imagen, en sus movimientos excitados. Apoyé mis manos sobre la mesa en la que se encontraban apoyados los micrófonos y las ubiqué una a cada lado del mío. Aunque la que se encontraba del lado de Uruha, se fue deslizando hasta quedar rozando la piel del otro guitarrista. Este seguía hablando con emoción, pero cuando paró para dejarle lugar al entrevistador, me miró, y luego observó nuestras manos. Enseguida acorto la poca distancia que teníamos y apoyó su delicada mano sobre la mía, cerrándola un poco y entrelazando nuestros dedos. Mi corazón se aceleró al sentir el contacto y comencé a acalorarme, a la vez que los nervios se apoderaban de mí.

Siguió hablando y seguí mirándolo, asintiendo luego de cada una de sus frases como afirmando aún más sus palabras. Entre nuestras manos comenzó a notarse un calor intenso por lo que retiró la suya suavemente para pasarla por sus sedosos cabellos castaños, acomodándolos, o mejor dicho, revolviéndolos un poco más.

Me tocó el turno de hablar y lo hice, esta vez igual o más exaltado que él. Sentía que una luz de felicidad se encendía en mí, por lo que no pude evitar decir una que otra broma para escuchar nuestras risas a la vez encajando a la perfección como lo hacían nuestras espaldas en los recitales en el solo de Baretta.

Luego de aquello el pelinegro volvió a hablar contando datos sobre el tour que haríamos próximamente luego de la salida de nuestro nuevo álbum. El castaño me miró divertido con una sonrisa aún en su cara, por lo que le sonreí con los labios y le dediquen una rápida caricia en la espalda. En eso lo escuchamos decir:

- Gracias, esto ha sido Gazetto, presentando su nuevo álbum. Muchas gracias por haber venido, Aoi-san, Uruha-san.

Agradecimos también y se volvió a repetir ‘Están fuera del aire’, por lo que nos paramos de nuestras sillas. El hombre salió de su pequeña cabina que lo separaba de nosotros y nos agradeció nuevamente. Me posicioné a su lado, al igual que mi compañero y nos sacamos la típica foto que se hacía luego de los programas en los que participábamos.

El castaño tomó su campera y se dirigió hacia la puerta. Hice lo mismo y lo seguí. Allí en el pasillo de la radio lo llamé:

- Uruha, ¿podemos hablar?

- Claro, ¿quieres que vayamos a tomar algo?

- Me gustaría mucho… Hay muchas cosas que tengo que decirte.

Me miró extrañado, pero le dediqué una dulce sonrisa para tranquilizarlo. Él nos guiaría, yo no conocía aquella zona. Esta sería una de nuestras conversaciones más largas…