Awn, me alegra que te guste c: Aquí dejo el segundo capitulo, gracias por leer ~.
Capitulo 2: The invisible distance.
Ruki torció los labios, arqueando las cejas. Él tampoco se sentía conforme con la “nueva” actitud del rubio. No, se sentía demasiado distante. Extraño. Definitivamente ese no era Reita. Pero su presencia, su cabello rubio claramente teñido, su venda que cubría su nariz, su todo hacía obviar que él estaba ahí. Distinto, si, pero ahí. Gruñó en voz baja, apartando la mirada. Nadie lo comentó, así que continuaron en silencio, comiendo pastel y bebiendo Sake. Y los segundos en silencio se hicieron minutos, y los minutos horas, y para cuando quisieron ponerse a pensar ya se habían hecho las diez de la noche. ¡Demasiado tarde! Kai se levantó estirando los brazos, Uruha y Aoi simplemente se alzaron como si poseyeran un resorte y se dirigieron a sus respectivas habitaciones. Ruki no se levantó, se quedo ahí donde estaba, al igual que Reita.
– Buenas noches, Ruki-san, Reita-san – Susurró el joven baterista, dando dos pequeños saltitos para irse caminando normalmente después a su habitación. El silencio entre el par se volvió incomodo. Demasiado incomodo. Ruki mordió su labio inferior, buscando con la mirada algún indicio de interés por parte del rubio. Este pareció captarlo, porque segundos después se encontraba mirándolo fijamente.
– ¿Hm? – Reita volvió su mirada al televisor, que continuaba encendido pero no pasaba más que comerciales.
– Estás raro, Reita… – Susurró, sonriendo de lado. Apretó los labios, también volviendo su mirada hacía el televisor. Reita no respondió durante unos segundos, por lo que solo se oía el ruido incesante de un comercial de postres.
– ¿Raro? – Repitió el otro a forma de interrogativa. Ruki asintió, levantándose del sofá con lentitud, como esperando que lo detenga. Pero Reita no dijo nada, simplemente se levantó y caminó por el pasillo, sin esperar respuesta por parte del joven, y sin darla tampoco.
– ¡Reita! – Le llamo, a lo que el bajista le observó con las manos en los bolsillos. Ruki mostró su indignación frunciendo el ceño. Reita soltó una risita, arqueando una ceja. – ¿Te gusto el bajo, Reita? – Le preguntó, interrogándose a si mismo el porque de tan estúpida pregunta. Reita caminó hasta él, haciendo más que obvia la diferencia de altura.
– ¿Qué si me gusto? – Susurró. ‘
Últimamente responde preguntando’ Pensó el vocalista, alejándose un poco por la repentina cercanía del bajista. – Claro que lo hizo…
Arigato, Ruki-san… – Siguió hablando con voz profunda, inclinando la cabeza y arqueando a duras penas al columna para permanecer cara a cara con Ruki.
–
Jah, I know it – Rió, tomando el mando y apagando el televisor. Apretó los labios con una sonrisa, estirando sus brazos hacía atrás. Reita soltó un ligero bostezo, dejando ver el sueño que tenía.
– ¿Cansado? – Musitó entre dientes, ladeando la cabeza hacía un punto ausente. El bajista asintió, dando media vuelta y caminando hacía su habitación. Ruki mordió el lado interior derecho de su mejilla, y cuando el bajista desapareció entre las sombras se dio cuenta de que aquello le dolería en la mañana.
(…)
El sonido la calle era demasiado fuerte para el gusto del vocalista. Estiró su mano izquierda para apagar el despertador, aunque no sonaba, incorporándose en la cama y bostezando a la que se frotaba con cuidado los ojos, libres de lentillas, maquillaje o cualquier otra cosa. Noto que el ambiente permanecía muy callado, y, a decir verdad, no había llegado ninguna carta de las fanáticas. Quizás algún email, no estaba seguro pues Reita no había revisado el correo, nadie lo había hecho. Revolvió las blancas sabanas, sin querer levantarse del todo. Se dejo caer hacía atrás, volviendo a bostezar y tomando el despertador. Seis… las seis de la mañana. Suspiró hondo, dejando el artefacto en su lugar. Entrecerró los ojos, dando vueltas en la cama como si estuviera realmente cansado. Su garganta se sentía aún más reseca que el día anterior, y sus labios se habían agrietado durante la noche. Sentía la lengua pastosa y la luz lo molestaba, no creía estar enfermo, pero le dolía la cabeza tanto que palpitaba y sentía demasiado calor.
– Ah, supongo que hacía mucho que no me resfriaba… – Se dijo a si mismo en voz baja, apretando los ojos y los dientes debido al dolor repentino en su cabeza. No le apeteció levantarse, pues a esa hora no había nadie despierto en el Hotel, los demás dormían hasta tarde. Otro pinchazo de dolor en su cabeza lo obligó a levantarse. Se mareó un poco, sintió que todo daba vueltas a su alrededor. Bufo molesto, apoyando su mano en la pared mientras se ponía unas pantuflas para no sentir el frío suelo bajo sus pies. Caminó sintiendo el silencio en los pasillos, el viento helado del invierno se hacía presente. Bueno, ¿cómo no hacerlo? Era pleno invierno, faltaban sus buenos días para que la primavera hiciese aparición. Apresuro un poco el paso hasta el cuarto de baño. No pudo más que chasquear la lengua al ver que estaba ocupado. Tocó tres veces, y el rostro del bajista hizo aparición tras la puerta. Al ver a Ruki ahí arqueó una ceja, abriendo más la puerta. La luz cegó un segundo al vocalista, pero después se acostumbro y miro al rubio con curiosidad.
Era curioso verle sin su venda en la nariz, pero no por ello dejaba de ser tan “Reita”, Bueno, un poco. La venda caracterizaba al bajista, si, pero no le quitaba el toque personal. Quizás el problema que tenía la nariz del chico era que era demasiado menuda, pequeña a comparación del resto. Cualquiera que le viera sin ella no le tomaría muy en cuenta, al igual que él. Todo el grupo era casi irreconocible sin maquillaje, pasaban desapercibidos por la calle. La dependienta de la tienda de música parecía ser muy fanática del grupo como para reconocerlos, pero eso ya no era cosa suya. Reita torció la boca, como inconformo de que este ahí.
– ¿Qué haces despierto, Ruki? – Murmuró el bajista, pero aún así su voz sonó demasiado fuerte. Tal vez era por el silencio que había.
– Nada, me duele la cabeza. Vine a tomar algo – Quiso interrumpir en el baño, pero el bajista no se lo permitió, pues cerró un poco más la puerta. – ¿Eh? – La interrogante del vocalista fue obvia, pero Reita no fue capaz de responderla.
– ¿Tienes fiebre? – Le preguntó. Ruki se encogió de hombros.
– Supongo. Quiero comprobarlo, pero los medicamentos están en el baño – Hizo alusión a eso, señalando el baño con el pulgar. Reita solo soltó una risa leve. Salió del baño con cuidado, acercándose de nuevo al vocalista. La distancia incomodo al mismo, que se alejó dos pasos hacía atrás, disimulados. Reita alzó una ceja, y se acercó de nuevo al rostro ajeno, mirándole penetrante. El vocalista apretó más los labios, ladeando la cabeza. Por un momento, pensó que el bajista lo besaría.
– Déjame tomarte la fiebre – Mencionó, y el menor soltó un suspiro. El bajista alzó el flequillo del chico, y coloco su mano derecha en su frente a la vez que hacía lo mismo pero con su propio rostro. Su rostro parecía inmutable, y luego de unos segundos quito ambas manos, cruzándose de brazos. Ruki sentía el calor agruparse en su rostro, pero no supo definir si era por vergüenza o por la fiebre.
– Estás algo tibio, deberías descansar – Segundos después, el bajista había tomado al menor de la muñeca, jalando de él para regresarlo a su habitación. Cuando llegaron, lo arrojo con cuidado contra la cama. El golpe que sugirió ajeno le hizo doler un poco más la cabeza, pero no se lo dijo al otro.
– Voy por algo para tu dolor. Y un paño para la cabeza – Dio media vuelta y cerró la puerta tras él. Ruki se revolvió el cabello apenas el mayor salió de la habitación. ¿¡Cómo se le había ocurrido eso!? Se hizo la idea de que seria por la fiebre, así que no comentó nada. El rubio volvió cuanto antes, con un pañuelo empapado y unas pastillas junto con un vaso de agua. Dejo el vaso y los medicamentos sobre la mesa y le extendió el paño al menor, que lo tomó y, contra todo su esfuerzo, se lo coloco en la frente. Reita solo lo miro de brazos cruzados, caminando hasta el borde de la cama y tomando la manta que había caído al suelo, probablemente por las patadas dadas en la noche por el menor, y la extendió sobre la cama, dejándola extendida junto con la sabana blanca.
– ¿Desde cuando te preocupas tanto por mi, Reita? – El aludido soltó una risa, mientras observaba fijamente como el menor se acomodaba en la cama, cubriéndose con la sabana y la mullida manta.
– Me haces reír, ¿sabes? Todos nos preocupamos por ti, al igual que tu te preocupas por el resto. Por algo somos un equipo, right? – Ruki asintió, dándole la razón. Se estiro en la cama, apretando el paño contra su frente y tomando el vaso, junto con los medicamentos. Los colocó en su boca y bebió un buen trago de agua, bajando los medicamentos y la sensación de resequedad de una vez. Un tiempo después volvió, y Ruki volvió a tomar un trago de agua. El mayor le miro curioso, alzando una ceja. Ruki también le miro, curioso. Reita parecía fijarse demasiado en su rostro, lo cual lograba incomodar al vocalista.
– Estás rojo – Le dijo, soltando una risa gutural. Ruki no pudo más que soltar una risa nerviosa, casi molesta.
De repente, se formo un gran silencio entre la distancia entre ellos que, como tontos, no podían dejar de admirar hasta el más pequeño detalle en el rostro ajeno. Ruki entreabrió los labios en un gesto totalmente confundido. Reita no dijo nada, sintió que debía acortar la distancia que había entre ambos, pero no se atrevió por temor a ser rechazado. ¿Qué temor podía habitar en la mente del rubio? Ruki pensó que nunca dudaría de si mismo, pero ese mismo momento no pudo hacer ni decir nada.
Pero, como de la mismísima nada, el rostro del bajista se acercó a límites insospechados del otro, que sintió de nuevo como le palpitaba la cabeza, molestándole. Irritándole el pensar.
– ¿Cómo te sientes? – Le preguntó, dejando al menor sentir el aliento frío por culpa del invierno. Las caras serias se deshacían en ese instante, dejando paso a rostros nuevos para el par. Ruki apartó la mirada, Reita solo rió. Ninguno de los dos estaba seguro de lo que planeaba el otro, pero estaban seguros de que no era nada que no hayan hecho antes. Acortar la distancia, eso era lo primordial. Sin embargo, tanto el vocalista como el bajista no estaban totalmente seguros de sus acciones. ¿Por qué tanto ‘caramelo’? Nadie podría responder eso. Finalmente, fue Reita quien destruyó la barrera entre sus rostros, apretando sus labios contra los ajenos. Nadie puede describir la sensación exacta de un beso, pero si se le pregunta responderán de forma simple. Esa misma respuesta fue la sensación que recorrió a ambos, una sensación electrizante que revolvió el estómago de ambos. En ningún momento dejaron de mirarse, pues no era como si fueran la gran pareja acaramelada que cierra los ojos para disfrutar más del beso. No, ellos estaban bien así. El bajista apretó un poco más sus labios, y mordió con cuidado el labio inferior del vocalista, que sintió que se le pararía el corazón. ¡Demasiado cariño! Nadie estaba conforme con eso, ¿verdad? ¡Querían más dolor, como en sus canciones! La presión de los dientes de Reita se hizo mayor, dejando salir un sencillo hilillo de roja sangre. Ruki lo aparto, respirando profundamente y limpiando su adolorido labio.
– Bien… creo – Respondió a la anterior pregunta. Reita no pareció conforme, pues frunció el ceño. Se relamió los labios, sin ver el color carmín en las mejillas del otro. El menor paseo su vista por el cuarto, parando en el despertador. Seis… ¿Y media? ¿¡Solo había pasado media hora!? ¡No lo parecía! Gruñó, lamiendo su labio inferior para saborear el sabor de su propia sangre. – Deberías ir a dormir – Le dijo, nervioso. Y es que el bajista no se había alejado nada, y se sorprendió aún más cuando acercó su mano y la colocó en su nuca, enredando sus largos dedos en su fino cabello.
– Se me ha ido el sueño, hace rato… – Le dijo, sonriendo de lado con cuidado. Jalo de él con fuerza, pegando de nuevo su rostro. Ruki se preguntó que le pasaba, y si cualquier otro del grupo hubiera presenciado aquello, sabría que Reita actuaba de forma extraña. Y sin duda aquel nuevo beso lo probaba. El bajista relamió los labios ajenos, sin soltar su cabello. Busco más contacto que aquello, pero enseguida Ruki le separo de nuevo, a contra de lo que le dictaba su mente, y le pidió que se largara, dejándolo descansar.
El bajista no pudo más que hacerle caso, ¿qué pensaría si no? Él no lo forzaría a nada, así como tampoco el otro se dejaría. El menor lo escucho caminar por los pasillos, y hasta que no estuvo seguro de que se había ido, no soltó un suspiro cansado. Genial, ahora le dolía la cabeza, y el pecho… y
otra cosa. Fabuloso, perfecto, sin más palabras. ¡Le había gustado! Oh, claro, pero ¿Qué sería? Reita no habría hecho eso ni loco, por eso le resultaba raro. Todos estaban completamente seguros de la sexualidad del otro, por esa misma razón… Negó con la cabeza, tosiendo y volviendo a tomar un vaso de agua. No estaba seguro de con que cara lo miraría al otro día.
¡Gracias por leer!